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56 Luego Daniel dio la orden de que se llevaran a ese juez y trajeran al otro. Al llegar le dijo:

—¡Tú ni siquiera eres judío, eres un cananeo! La belleza de las mujeres te tendió una trampa, y tus malos deseos te llenaron de malos pensamientos.

57 »Ustedes dos siempre han hecho lo mismo con las mujeres judías; las amenazan, y ellas, por miedo, han tenido relaciones sexuales con ustedes. Pero esta mujer judía no aceptó participar de su maldad.

58 »Ahora dime, ¿debajo de qué árbol encontraron abrazados a Susana y al joven?

—Debajo de un árbol de encina, —respondió el juez.

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